Viñas, uvas y tierra


Con armonía fraterna y sostenibilidad necesaria madura el fruto mimado por la tierra y abrazado en eternas filas salpicadas de uvas de colores palpitantes y sabores vibrantes. Los racimos, hoy descansan, mañana crecen y siempre enamoran.


Viñas

Las viñas del monasterio de La Oliva, son de tiempo inmemorial. Los monjes han cuidado de ellas y hoy, convertidas en cepas maduras, los viñedos engendran las mejores uvas dando una rica uva y excelente vino. Riqueza fecundada, fermentada y soñada en el silencio mítico de un sueño.


Uvas

Aromas de frutas ribereñas unidos a infinitos olores. Granos hilvanados a mil tonalidades. Sabores enganchados a los recuerdos de antaño. Caldo redondo de finura equilibrada, vino fresco abrazado al paladar y racimos madurando bajo la fertilidad de las hojas. Allá, al fondo, el monasterio, que en medio de la campiña irradia fecundidad.


Tierra

Las raíces descansan sobre un suelo de aluvión por el que un día discurrió el río Aragón. Tierra que, junto al desértico terruño de las Bardenas, bebe horas de sol. La suave brisa crea el hábitat ideal para madurar la uva de los mejores caldos. La vieja cuna del río comunica sabia secreta, riqueza de gustos y belleza de tonalidades.